Posteado por: Julian | 3 julio 2016

Rumbo al Sur, pequeño mundo en Iquique.

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Hace poco se cumplieron 3 meses de haber regresado de mi viaja a Ushuaia, 3 meses que han pasado como un suspiro mientras que cada segundo,  los recuerdos se van haciendo más lejanos, más borrosos, como si un sueño del que ya he despertado se fuera perdiendo lentamente en la memoria, mientras que la vida retorna a la calma y al afán, al escritorio y al tenso transcurrir de una vida tranquila, sin ruta, sin el anhelado horizonte tras la montaña que esperaba ser descubierta, escribo porque me niego a perder las imágenes que mis ojos registraron y que al pasar del tiempo se irán si no las traigo a la vida nuevamente así sea solo en estas pocas palabras.

En el día 12 de nuestra aventura estamos muy cerca de Chile, nos despedimos de Tacna, de sus carros Sangucheros y del Perú, la frontera con chile se encuentra a unos 50  kilómetros al sur de Tacna en una ciudad que se llama concepción, allí encontramos el complejo fronterizo de Santa Rosa,  el tramite fue muy sencillo, nos pidieron el DNI (Pasaporte Colombiano en mi caso),  un documentos rosado llamado “Salida de control de pasajeros” aquí se registra el número de personas que salen en el vehículo, luego vas a la parte trasera del complejo y allí hacer la salida de aduana, con un calor salvaje nos fuimos para el lado Chileno, allí fue más difícil pues primero tuve que hacer una declaración juramentada de la moto y el contenido de las maletas, a lo que posteriormente me hicieron desmontar y sacar todos los elementos que llevaba, repuestos, filtros y hasta la ropita de invierno revisaron pasándola por una cámara de rayos X, el calor se hacía notar minuto a minuto, reconozco sin embargo la marcada amabilidad de los funcionarios chilenos, organizados, rápidos y poca burocracia, en fin el tramite fronterizo en esta tercera frontera fue de más o menos 2 horas y como 2 litros de sudor.

Una vez ya estaba listo a partir empiezo a observar un tumulto y una gran cantidad de vehículos parados del lado chileno, Oh sorpresa, paro de camioneros, yo creí que esto solo pasaba en Colombia, pero no, habían más de 100 tractocaminones que no  dejaban pasar a nadie, ohh y ahora quien podrá defenderme J, al avanzar unos pocos metros encontré una pareja de brasileros en una BMW 650 y un Argentino  en una 250 que hoy no recuerdo la marca, los salude y al cabo de unos minutos de conversa y bajo el sol agobiante del norte de chile, el Argentino me dice que si me animaba a hacer rally por el desierto y atravesar la manifestación haciendo uso de las habilidades de enduro que aún no he puesto en práctica en estas arenas calurosas y doradas, no lo pensé más y acompañe al Che mientras la arena salía despedida de su llanta trasera y yo lento pero seguro a mi propio ritmo, al cabo de unos 50 metros el hombre ya había desaparecido, su moto más ágil y yo menos liviano que aquel me quede varado en un banco de arena, a lo lejos observe un motero en una BMW  F800 cargada hasta los dientes, le grite para que me ayudara y él vino corriendo hasta donde yo estaba, empujamos como pudimos la moto y logramos salir del hueco donde estábamos.

Hombre, los caminos de la vida y el mundo que nos cobija son más pequeños que esos grandes mapas que nos asustan, es solo el temor el que no nos permite avanzar, resulta que la noche anterior en Tacna había hablado por Skype con mi amigo Ecuatoriano  Mario Larco, un gran motero que llevaba 7 meses recorriendo América, desde Prudohe Bay en Alaska hasta Ushuaia en el final de la ruta Patagónica, él ya  se encontraba regresando y por esas cosas no pudimos encontrarnos la noche anterior, resulta que el motero que me había ayudado era también ecuatoriano, pregunte su nombre y al escuchar que se apellidaba Larco no pude creer la casualidad que nos había llevado hasta aquí, si solo hubiera avanzado unos metros o si no me hubiera atascado en el desierto justo en frente de donde estaban dudo mucho que pudiera haberme encontrado con estos dos grandes amigos guerreros, Mario y su hermano.

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Nos desatrazamos un poco de charla, de historias de viaje, de anécdotas, de paisajes por recorrer y de la esperanza que embarga a quien inicia su viaje y la nostalgia de quien sabe que pronto terminara el suyo compartimos 2 horas de palabras, agua y snacks para superar el paro de camioneros que aún se prolongaría por largas y calurosas horas, antes de despedirnos Mario me regalo un mapa de Argentina y Chile,  un control de crucero y algunas recomendaciones para llegar al fin del mundo, un abrazo como hermanos y un hasta pronto para continuar mi ruta.

Como tan solo había recorrido unos cuantos kilómetros, menos de 50 si mi memoria no falla y con mucha luz del día por delante tuve que entrar a la ciudad de Arica, estaba sin un solo peso chileno y necesitaba cambiar algunos de los dólares que traía conmigo para hacer más fácil el cambio sobre todo para comer y las gasolineras, que aunque en todas recibían tarjetas de crédito el dólar en Colombia para ese momento estaba en franca subida para ubicarse muy cerca de los 3500 mientras yo los había comprado a 3020 meses atrás en mi ciudad natal, no estaba dispuesto a que se me esfumara el dinero tan fácil pues lo necesitaría más adelante.

Entre los turistas, particularmente chilenos, es conocida como la «Ciudad de la Eterna Primavera», por su clima agradable, y además por ser la «Puerta Norte» del país, debido a su proximidad a la frontera con Perú. Arica se caracteriza por la diversidad cultural, folclórica, étnica y, también, por su pasado histórico, destacándose las momias Chinchorro, consideradas entre las más antiguas del mundo.

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La tasa de cambio en Arica en la terminal de transporte en ese momento estaba a  708 pesos chilenos por dólar, de unos billetes pequeños, coloridos y con una placa plástica en medio de su construcción, la primera tanqueada en suelo chileno tuvo un costo de 10800 pesos chilenos, y así en Colombia dicen mis amigos que la gasolina es cara, cara en estas tierras, en fin, debíamos seguir avanzando y el desierto chileno cambia de color frente a los miles de kilómetros ya recorridos en el desierto peruano, nos empezamos a alejar de la costa y la arena pasa de un dorado intenso a un marrón cobrizo que a lo lejos deja ver tintes de grises y azules, perdonen mi daltonismo pero la intensidad del cielo y el reflejo de los días en el recuerdo pueden hacer otras tonalidades pero esas fueron las que vi.

El viento fuerte, el frio que siempre para mí ha sido una bendición se hicieron más y más intensos  en la medida que iba recorriendo los kilómetros, se hace difícil saber la altitud en la que se está con las inmensas formaciones desérticas entrelazando valles y montañas de una interminable aridez, mis manos tensionadas por controlar la moto, la inclinación lateral de la moto cada vez más pronunciada y la mente haciéndonos malas pasadas a medida que avanzamos en esta interminable soledad, kilómetros y kilómetros de soledad, inmensa  y cruel, pocos carros en la vía pero a una velocidad que raya con la locura, horas de recorrido hasta que ya entrada la tarde -noche decido no seguir hasta Antofagasta sino llegar hasta Iquique y buscar como descansar de unos cambios de clima drásticos el día de hoy y la fuerza para contrarrestar el viento.

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La entrada hasta Iquique, que viene del Aimara (ike ike) lugar de descanso, lugar de los sueños, parece sacado de una postal motera, pues la montaña alta y esplendorosa deja ver la bahía de la ciudad a lo lejos, con una duna marrón atravesándose a la vista mientras vamos descendiendo por una espectacular carretera de curvas entrelazadas, amplia y veloz, una ciudad costera, comercial  y turística, rica en minerales y con los dólares que deja la exportación de los recursos del corazón de la tierra y su zona franca.

Todos los días nuestra rutina es similar, llegamos a las ciudades, le preguntamos al amigo GPS que nos lleve a un hotel cercano y empieza la peregrinación en la búsqueda de un espacio cómodo, tranquilo y limpio para descansar los músculos y la mente de los cientos de kilómetros recorridos sobre los pensamientos y el asfalto, por supuesto buscamos un lugar que cuente con parqueadero, cochera o así sea un pequeño espacio improvisado pero cubierto donde la moto, esté segura y que esa deje de ser una preocupación durante el sueño, esta noche en Iquique, encontramos un hotel sencillo pero tranquilo, a 15.000 chilenos con desayuno, el hotel se llamaba Corona y como es una gran casualidad para mi este nombre entonces aquí fue, conocí un Polaco que venía siguiendo las huellas del Dakar  desde Bolivia en solitario en su BMW 1200 Adventure y estaba iniciando su regreso hasta Valparaíso donde embarcaría su moto hasta Polonia su país de origen,  Esa noche salimos a buscar comida, son deliciosas las pizzas por aquí y acordamos continuar juntos al siguiente día.

Cuando llegas a Chile, inmediatamente pierdes 2 horas de tu tiempo, inmediatamente tienes que adelantar el reloj para hacer justicia a la hora local, sin embargo, si ya con el horario normal me era difícil levantarme temprano, no imaginan lo que fue el siguiente mes con 2 horas menos a la hora de la dejar las cobijas.

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Para este día 14 de viaje llevaba varios días con 1600 kilómetros a cuestas  desde que me había quedado en casa de China en Lima, así que estaba bastante cansado y cuando a eso de las 630 de la mañana en mi reloj biológico, o las 830 am en reloj chileno, me desperté sentí que me había quedado sin desayuno, los costos de tener 2 horas menos, me comí el pancito con mantequilla y mermelada del Hotel Corona y me supo cómo si me estuviera comiendo un gran manjar así el pan de estas tierras no sea para mi gusto tan sabroso como el de cualquier panadería de la esquina en mi Colombia, a medida que iba comiendo el cansancio de los días previos se hacía notar  así que me dije a mi mismo, mi mismo, hoy te quedas, descansas y disfrutas de la playa, así fue que tarde en la tarde me puse mis tenis de trote y recorrí la costanera al ritmo del rock de los 90s en mis oídos y el paso lento pero seguro del trote callejero, después de acordar con el polaco que yo ese día no rodaría, escribir unas crónicas, llamar a Colombia a decir que venía con bien y dormir la siesta en ese camarote doble que ocupaba desde la noche anterior.

Mi recorrido me llevo a la playa Cavancha, uno de los sitios más tradicionales de esta ciudad, con sus arenas blancas y su brisa tranquila vi mucha gente haciendo asados, mucha gente disfrutando de la playa, jugando vóley con los amigos y la familia en medio del calor y del agua  fría donde los surfistas hacían piruetas al ritmo de las olas, no pude evitar la tentación de meterme al mar y sentir sus heladas aguas, tenga en cuenta que en Colombia las playas son calientes muy diferentes a lo que aquí encontré.

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Continué mi recorrido al trote por la cinta costera, allí pude observar la estatua de Bernardo de O’Higgins, uno de los padres de la patria Chilena,  y ya en el centro histórico de la ciudad pude conocer La Torre del Reloj de Iquique una hermosa estructura ubicada en la plaza Arturo Prat construida en 1878 —siendo Iquique territorio peruano, uno de los sitios imperdibles de esta ciudad de la que me estoy despidiendo, de la que me deja unos hermosos atardeceres y unas buenas playas a las que debo volver.

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En la próxima entrada Vamos a las manos del desierto, llegamos a argentina y cruzamos el paso Jama.

 


Respuestas

  1. animo!!… no dejes que los recuerdos se olviden y plásmalos, es un placer leerte y sentir lo que describes,.. no te retrases con el siguiente capítulo, no tengas pereza… esperamos.

    Un abrazo.
    «El Español»

    • Amigo Ruben, gracias por el animo, la pereza me ha invadido estos meses pero retomare la escritura asi sea 1 cronica al mes y cuando cumplamos 1 año de haber salido le celebramos con una tortica 🙂

      un saludo y gracias por leer.

  2. Julian buenos días,

    Que paso con el blog, hace rato no veo historias nuevas o la finalización del viaje hasta Argentina, llevo meses esperando para leer el relato completo, sí lo monto en otra parte por favor me envía el link.

    Te felicito por los excelentes viajes y relatos.

    Gracias y Éxitos…..

    • Hola sebastian, el blog ha estado parado un tiempo, pero aqui seguimos y publicaremos las cronicas, un saludo y gracias por leer.


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